Seguramente muchos de nosotros hemos experimentado una relación en la cual los intereses entre una y otra persona son intermitentes. Tal vez son una luz constante en las pupilas y en el sistema límbico de uno de los miembros de una pareja, pero la otra persona esa luz funciona como los focos del semáforo: a veces dan un franco verde para continuar, en ocasiones prenden la luz amarilla indicando que la cercanía y la intensidad de los afectos es incierta y en otros momentos de plano la luz roja nos da en la cara con toda su desfachatez para hacernos saber que por mucho que intentemos no hay paso hacia adelante.
De aquí la idea del que transita libre, alrededor de quien tiene su mente y cuerpo ocupados en un punto fijo, solo en pensar en el objeto del amor. El primero vuelve cuando quiere al segundo, trazando un puente que brinda una felicidad de duración incierta.
'RADIO'
Vuelves a mí
de cuando en cuando
como la periferia al centro.
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