miércoles, 3 de febrero de 2016

SERIE - LIBRO DE NO FICCION: "Cazadores de Microbios" de Paul de Kruif


Ahora un poco de ciencia, pero de una forma muy amena: Los Cazadores de Microbios de Paul de Kruif un libro escrito en 1926, durante una época donde el mundo aún luchaba contra sus microorganismos. Aún lo hace pero la humanidad - o al menos algunos de sus hombres y mujeres -  ha logrado algunos éxitos.

La Ciencia como cualquier actividad humana tiene épocas. La Filosofía las ha tenido. Por supuesto la Música, la Pintura, la Literatura y el Arte en general así como tantas otras áreas que siguen la evolución de la sociedad sus necesidades y gustos.

Las necesidades de la Ciencia, de la Medicina en particular a principios del siglo XX entre otras cosas, seguían siendo como siempre lo habían sido, encontrar la solución para que las personas no murieran por infecciones. Despúes vendría la carrrera por los antibióticos, luego la biología molecular a partir del descubrimiento de la estructura del ADN, la década del cerebro, la era genómica y la medicina regenerativa con base en el conocimiento de las células troncales. 

Pero a principios del siglo XX la búsqueda seguían siendo los microbios. La 1ª Guerra Mundial además de las muertes por balas y como consecuencia de las atroces condiciones de las trincheras arrojaba una cuota nada despreciable de muertes por gérmenes.

Muchos eventos legendarios daban cuenta en el mundo, comenzando por Europa de plagas que arrasaban con poblaciones completas en un tiempo donde la palabra ‘microorganismo’ ‘bacteria’ ‘virus’ hubiera sido tan extraña como cualquier otro espíritu demoníaco al que se pusiera nombre.

Los aventureros sin embargo han poblado el mundo en todos los lugares a lo largo de la historia, curiosos por descubrir y explorar lo desconocido suben montañas, atraviesan ríos, se pierden en bosques, conquistan territorios, descubren nuevas tierras… o salen a cazar microbios.

Paul de Kruif como bacteriólogo que era conocía muy bien la historia de esta área de la ciencia, de la Biología y la Medicina en particular por lo que sus descripciones del descubrimiento de algunos de los microorganismos patógenos mas relevantes hasta ese momento podrían haber estado llenas de términos técnicos, largas y tediosas metodologías y conclusiones grandilocuentes respecto al gran beneficio que los hombres de ciencia habían brindado a la humanidad con sus descubrimientos.

No obstante de Kruif también era un buen escritor y gran narrador y la idea de hombres de ciencia en búsqueda de seres minúsculos causantes de enfermedades le parecía mas bien una empresa de grandes guerreros, no solamente de excéntricos de laboratorio.

Por lo tanto en su libro emprendió la tarea de contar las grandes epopeyas de la caza de microbios con las dificultades intelectuales, técnicas e incluso éticas y morales que representaba, llevada a cabo por hombres admirables por su talento y su habilidad pero no exentos de idiosincrasias y particularidades que le dan a cada una de las empresas un tono completamente humano al tiempo que hacen más entrañables los logros de los temerarios.
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Cazadores de Microbios narra la invención del microscopio por Leeuwenhoek, la disolución de la creencia en la generación espontánea por Spallanzani, la teoría bacteriana de Pasteur o el descubrimiento del bacilo que produce la tuberculosis por Koch solo por mencionar algunas de las bellas y emocionantes historias con las que deleita al lector, abordando además rasgos íntimos – y en más de una ocasión muy poco convencionales – de cada uno de los científicos reseñados, al grado tal que Sir Ronald Ross ganador del Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del gérmen que produce la malaria estuvo a punto de demandar a de Kruif por estar en desacuerdo en la forma como había sido representado en el libro, ocasionando que se eliminara el capítulo donde se hablaba de él al menos en la edición británica.

Este libro sin duda es un tesoro para los científicos en particular aquellos interesados en la microbiología, pero su lectura exenta de tecnicismos, llena de pasión, descubrimiento y humanidad debería ser extensiva para todos aquellos amantes de las historias de aventuras.

martes, 2 de febrero de 2016

SERIE - LA HISTORIA DETRAS DE UN HAIKU: 'Jackie'

Jackie tenía 2 años y hablaba muy poco. Es difícil decir si había aprendido palabras o no. Pero no las utilizaba. Años después sigue siendo una persona que no se explaya en el discurso. Tanto entonces como ahora se lo atribuye a que “no habla cuando no tiene cosas interesantes que decir”. Parece una buena filosofía.

Cuando era pequeña, aun a pesar de su falta de palabras, sabía expresarse y conseguir lo que necesitaba y sus papás casi siempre sabíamos que quería, cuando, donde y como. Aunque a decir verdad no podría decir que sabíamos como se sentía.

A esa edad vivió o vivimos para ser precisos nuestro primer proceso traumático como familia. Mi esposa que es médico familiar cursaba el ultimo año de la especialidad y como parte del programa de formación debía cumplir con un período de seis meses de actividad en campo.

Para nosotros eso representaba que tendría que mudarse a casi mil kilómetros de donde vivamos. Viajaría a Ocosingo, Chiapas. La frontera sur mexicana. Un lugar a medio civilizar, cuna de un reciente levantamiento armado en aquel entonces y a 12 horas de marcha ininterrumpida en automóvil desde nuestro lugar de residencia.

Ella no podía evadir el compromiso y yo no podía abandonar los estudios de maestría en los cuales me encontraba a la mitad del camino. Fué nuestra primera separación, involuntaria, pero eso no quitaba el desconcierto.

¿Y la niña? Jacqueline que era nuestra primogénita y hasta ese momento nuestra única hija, viajó con su madre y su abuela que las acompañó para apoyar a mi esposa con la niña, durante las guardias forzosas que debería realizar cada tercer día.

Era triste que nos separáramos siendo Jackie tan pequeña, pero hubiera sido injusto y cruel separarla de su madre a esa edad.

El proceso fue difícil por mas de una razón, la distancia, el dinero, la separación, etc. Pero al final de cuentas concluyó para beneplácito de todos.

Y cuando Jacqueline regresó 6 meses después era una niña con un vocabulario enorme, al cual había contribuido sin duda alguna la cercanía y los juegos con su abuela, y el contacto con otros adultos vecinos del lugar. Pero no solo era el vocabulario, era su mirada mas profunda, podría decir más madura a riesgo de parecer exagerado. Amor de cuervo. Y sus reflexiones, aunque infantiles, hablaban de que para la niña el horizonte se había expandido mil kilómetros hacia el sur o al menos dentro de los hemisferios cerebrales.

Pienso que la niña debió darse cuenta de la necesidad de expresarse de otra forma distinta a como lo había hecho hasta entonces cuando estaba segura y cómoda en la cápsula de protección de sus padres. Era mi niñita, seguía siendo pequeña, seguía siendo inocente pero se que entendía más detalles de la vida. No es que tuviera aires de adulta - no me gustan los niños adultos - es que uno sabía cuando hablaba con ella que si no comprendía, al menos guardaría las palabras por un tiempo hasta poder digerirlas.

Lo que siguió a ese regreso fue un despertar de entusiasmos, inquietudes, preguntas, pensamientos en paralelo a su ingreso al preescolar. En ese momento recuerdo maravillarme con la radiante luz que reflejaba esa niña hasta hacía muy poco tan reservada para hablar. Y para mí mas que la evolución natural de las habilidades cognitivas derivadas del neurodesarrollo era evidente que Jacqueline a tan corta edad había sabido sortear una situación compleja de la familia y había madurado. Salió avante de su primera tribulación familiar y cuando la veía, además de ver a mi pequeña veía también a la promesa apenas en capullo de lo que sería una mujer independiente mas tarde.


JACKIE
Hermosa niña,
mujer inteligente
en primavera.