jueves, 24 de diciembre de 2015

Historia de una nueva portada


El primer libro que autopubliqué fue una colección de haikús llamado “Haikús y primeros intentos” en Lulu.com. Para esa primera vez elegí como portada una vieja fotografía que encontré entre las cosas que abandonadas de Jerome Niquet, un postdoc francés que dejó el laboratorio donde yo hacía mi maestría.
Creo que emigró a un centro de investigación del Valle de San Fernando en California al aceptar una posición como investigador. Yo no tenía sus datos por lo que no había forma de contactarlo y tomé prestada su fotografía.

El libro estuvo durmiendo el sueño de los justos en Lulu.com y cuando publiqué mi primer libro en Amazon: "Flor de Canela" decidí cambiar el libro de haikús a la misma plataforma. Junto con este cambio me pareció necesario también hacer un cambio de portada. No tenía en ese momento ninguna ni a la mano, ni en mente por lo que hice uso del banco de fotografías de Amazon. Escogí una agradable imagen que representara a la naturaleza según la filosofía del haikú, moví algunas de las características del menú aquí y allá para agregar título y el nombre de autor, es decir el mío y voila! Una segunda portada mas ad hoc apareció.
Esta imagen sugería un aspecto mas vigoroso que el de los delicados tulipanes previos y ofrecía la metáfora de la búsqueda representada en el río que disecaba el espacio entre los árboles, corriendo hacía un lugar distinto y desconocido. Me sentí satisfecho con el mensaje y con el nuevo aspecto del mismo y publiqué nuevamente "Haikús y Primeros Intentos".
Esta ha sido la segunda portada desde agosto del 2015. La imagen me gusta y evoca muchas ideas y sentimientos, sin embargo siempre he tenido la sensación de que al mismo tiempo era algo impersonal además de que al ser parte de un banco constante de imágenes de Amazon, nada impedía que se utilizara nuevamente en otra obra, de otro autor. Esto me llevó a decidir cambiar nuevamente la portada por una tercera que fuera diseñada de acuerdo a mis ideas, el contenido de mi libro y algunos lineamientos específicos.
Tenía referencias de diversos sitios que ofrecían diseñar toda clase de imágenes para propósitos variados y ahí busqué. Sin mas referencias previas elegí el nombre del diseñador que apareció primero en una larga lista. El nombre de usuario vamcrx se acompañaba de varias recomendaciones. No tenía algún otro criterio para decidir por lo que me pareció buena idea optar por encargarle en trabajo.
Me preguntó que ideas tenia para la portada. Parecía obligado el tema de la naturaleza aunque con una imagen que no utilizara algún otro libro en Amazon. Además de esto imaginaba el perfil de la cara o su silueta que representara la imagen de alguien reflexionando, quizás creando en el entorno natural. Quizás un cliché bucólico y onírico. Algo difuminado quasi-fantasmal sugiriendo el pensamiento o la ensoñación propia de la poesía.
Me propuso algunas imágenes de siluetas humanas, para sobreponer al paisaje boscoso y otoña que ya había elegido pero no me convencieron. Convenimos en que me enviaría una prueba de dicho paisaje para decidir si me quedaría con el u optaría por cambios.
Luego de algunas horas vamcrx me envió la imagen elegida. De motu proprio incluyó la silueta de un hombre dando la espalda y caminando por el sendero que atravesaba el paisaje, vistiendo un traje oscuro con las manos en los bolsillos y la cabeza inclinada a la derecha, quizás viendo al frente o tal vez a algún punto indefinido en el infinito, un punto fijo en su mente. El andar parecía pausado como el que se requiere para que las ideas fermenten en la mente, o tan solo para que el cerebro las paladeé un largo rato. Podría haber sido cualquier individuo pero quizás por un semejanza real, quizás por un juego de la mente me pareció ver la figura de mi padre muerto a los 74 años hace 20 años ya, pero como habría lucido en sus 30.
Mi padre y mi abuelo asisitiendo auna corrida de toros en 1951
Para evitar el sesgo de mi propio juego mental envié la imagen electrónica sin mayor explicación a mi mamá y hermanos, para preguntar a quién les evocaba la figura.
Mi hermana la menor de cuatro - y la consentida de papá - no dudó en opinar que podría ser mi padre o inclusive mi abuelo el coronel a quién ninguno de nosotros conoció vivo e inclusive me indicó la imagen específica que le recordaba cuando ambos asistian a una corrida de toros.
El tercero de los hermanos - tal vez el mas emocional - escribió: "En realidad es papá, caminando sereno y cuando nos encontremos de frente con él, al paso del tiempo, veremos en su rostro una sonrisa preciosa. Y le podremos decir: siempre estuviste ahí".
El segundo de mis hermanos - el que me sigue en edad y fué primer complice de juegos y travesuras - le ha 'bebido los alientos' a mi padre tanto en profesión, como en gustos y en la manera de andar y vestir inclusive. El, que también podría haber sido sin duda el sujeto de la imagen sin más preámbulos concordó con los demás y fué más lejos al crear ipso facto un poema que evidentemente asumía que el susodicho representaba a nuestro ausente progenitor:

Vuelvo mis pasos al encarnado sendero,
mas no hay abrojos. En aquella grana incierta
el bermellón exulta un amor duradero
y el carmesí desata mi frenesí, y lo alienta.

Vuelvo mis pasos por el rumor de una mera evocación
¿Quién es aquel por cuyos pasos la hojarasca cruje?
Él camina. Yo no lo ignoro porque veo su traje,
brillante va, pausado va; mas el turbio celaje
me vuelve a mí ¿por qué mi ensoñación, por qué evoco una iluisión?

Si eres Tú, ¡tu presencia me hace fuerte!
Vuelve tu estampa al bosque, caballero itinerante.
Vuelvo hacia tí ¿a donde, a un sendero inerte?
La evocación no es Él, nace de mi mente.

Y lo firmó con su habitual sentido del humor como FCR, El conde de la Real Villa de Tacubaya, asiento de nuestra querida y extinta AMM.

Mi madre tardó mas en responder pero tal vez porque se le había dificultado decir algo al recordar también al amado ausente. Pero le gustó mucho también como lo comprobé después.

No dudé más y elegí la imagen en cuestión sumamente complacido y emocionado.

Este año mi padre cumplió 20 años de muerto. En agosto la familia se reunió en el Panteón Francés de San Joaquín en la Ciudad de México, donde reposan sus restos para recordarlo juntos. Ahí nos dimos cita, mi madre, mis hermanos y la única nieta que conoció, además de sus tres nueras y cinco nietas y nietos que ya no conoció.

Ahora es 24 de diciembre, nochebuena. Tal vez es solo una casualidad pero prefiero pensar que es una forma de mi padre de hacerse presente e indicarnos que va delante mostrándonos que el camino con los colores rojos, y verdes envueltos en tonos ocres propios de la navidad, es un camino bello. Pero que hay que recorrerlo con paciencia, con serenidad, con elegancia y con inteligencia. Y que sigue y no sabemos donde termina por que la bruma nos impide ver el futuro porque lo que es claro y brillante es el presente que está a nuestro alrededor.

¡Gracias Don Alfonso, gracias papá por hacerte tan presente de nuevo a partir de esta noche!

¡Que el Dios Niño cuyo nacimiento conmemoramos hoy te tenga en la palma de su mano!

¡Salud!

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