Ahora un poco de
ciencia, pero de una forma muy amena: Los Cazadores de Microbios de Paul de
Kruif un libro escrito en 1926, durante una época donde el mundo aún luchaba
contra sus microorganismos. Aún lo hace pero la humanidad - o al menos algunos de sus hombres y mujeres - ha logrado algunos
éxitos.
La Ciencia como cualquier actividad humana tiene épocas. La Filosofía las
ha tenido. Por supuesto la Música, la Pintura, la Literatura y el Arte en
general así como tantas otras áreas que siguen la evolución de la sociedad sus
necesidades y gustos.
Las necesidades de la Ciencia, de la Medicina en particular a principios del siglo XX entre otras cosas, seguían siendo como
siempre lo habían sido, encontrar la solución para que las personas
no murieran por infecciones. Despúes vendría la carrrera por los antibióticos, luego la biología molecular a partir del descubrimiento de la estructura del ADN, la década del cerebro, la era genómica y la medicina regenerativa con base en el conocimiento de las células troncales.
Pero a principios del siglo XX la búsqueda seguían siendo los microbios. La 1ª Guerra Mundial además de las muertes por balas y como consecuencia de las atroces condiciones de las trincheras arrojaba una cuota nada despreciable de muertes por gérmenes.
Pero a principios del siglo XX la búsqueda seguían siendo los microbios. La 1ª Guerra Mundial además de las muertes por balas y como consecuencia de las atroces condiciones de las trincheras arrojaba una cuota nada despreciable de muertes por gérmenes.
Muchos eventos legendarios daban cuenta en el mundo, comenzando por Europa
de plagas que arrasaban con poblaciones completas en un tiempo donde la palabra
‘microorganismo’ ‘bacteria’ ‘virus’ hubiera sido tan extraña como cualquier
otro espíritu demoníaco al que se pusiera nombre.
Los aventureros sin embargo han poblado el mundo en todos los lugares a lo
largo de la historia, curiosos por descubrir y explorar lo desconocido suben
montañas, atraviesan ríos, se pierden en bosques, conquistan territorios,
descubren nuevas tierras… o salen a cazar microbios.
Paul de Kruif como bacteriólogo que era conocía muy bien la historia de
esta área de la ciencia, de la Biología y la Medicina en particular por lo que
sus descripciones del descubrimiento de algunos de los microorganismos
patógenos mas relevantes hasta ese momento podrían haber estado llenas de
términos técnicos, largas y tediosas metodologías y conclusiones
grandilocuentes respecto al gran beneficio que los hombres de ciencia habían
brindado a la humanidad con sus descubrimientos.
No obstante de Kruif también era un buen escritor y gran narrador y la idea
de hombres de ciencia en búsqueda de seres minúsculos causantes de enfermedades
le parecía mas bien una empresa de grandes guerreros, no solamente de excéntricos de laboratorio.
Por lo tanto en su libro emprendió la tarea de contar las grandes epopeyas
de la caza de microbios con las dificultades intelectuales, técnicas e incluso
éticas y morales que representaba, llevada a cabo por hombres admirables por su
talento y su habilidad pero no exentos de idiosincrasias y particularidades que
le dan a cada una de las empresas un tono completamente humano al tiempo que
hacen más entrañables los logros de los temerarios.
Cazadores de Microbios narra la invención del microscopio por Leeuwenhoek,
la disolución de la creencia en la generación espontánea por Spallanzani, la
teoría bacteriana de Pasteur o el descubrimiento del bacilo que produce la
tuberculosis por Koch solo por mencionar algunas de las bellas y emocionantes
historias con las que deleita al lector, abordando además rasgos íntimos – y en
más de una ocasión muy poco convencionales – de cada uno de los científicos
reseñados, al grado tal que Sir Ronald Ross ganador del Premio Nobel de
Medicina por su descubrimiento del gérmen que produce la malaria estuvo a punto
de demandar a de Kruif por estar en desacuerdo en la forma como había sido representado
en el libro, ocasionando que se eliminara el capítulo donde se hablaba de él al
menos en la edición británica.
Este libro sin duda es un tesoro para los científicos en particular
aquellos interesados en la microbiología, pero su lectura exenta de tecnicismos,
llena de pasión, descubrimiento y humanidad debería ser extensiva para todos
aquellos amantes de las historias de aventuras.