¿Qué puede
decirse del Conde de Montecristo que no se haya dicho ya? Probablemente muy
poco porque este libro que fue publicado por Alejandro Dumas padre en el año de
1844 ha tenido innumerables traducciones, se reedita constantemente y ha sido
una lectura obligada en diversos cursos de literatura universal en todos los
niveles escolares en una gran cantidad de países.
Se han creado versiones en dibujos animados de esta historia y las
versiones cinematográficas no son pocas, aunque no necesariamente exitosas y
según mi opinión particular varias de ellas muy lejanas al sentido real del
texto original.
Brevemente, este libro narra una parte de la historia de Edmundo Dantés, un
marino francés cuya vida se ve alterada por entregar un mensaje secreto del cual el mismo desconoce el contenido y remitente, que postre resultaría proveniente del mismo Napoleón Bonaparte en un tiempo en
donde ya sus enemigos realistas comenzaban a cerrar el cerco para derrocarlo y
regresar al trono de Francia a la rancia aristocracia.
Este acto inocente de Dantés y la traición que lo delata, le vale ser
arrestado y eventualmente sentenciado sin juicio previo a una prisión injusta e
inhumana en el Castillo de If.
Castillo de If |
Es en dicho castillo donde conoce al abate Faria, quien será su mentor
durante todos los años que comparten la reclusión. El abate lo ilustra con
profundidad en una vasta cantidad de los conocimientos que se consideraban
suficientes en un erudito de aquella época. Además de ello le revela un secreto
al morir sobre una isla que contiene un tesoro y le indica la localización del
mismo.
Mediante una astuta maniobra Edmundo Dantés se intercambia por el cadáver
de su amigo y mentor que es arrojado al mar desde lo alto del castillo para
escapar por obra casi de un milagro de la muerte casi segura que hubiese
representado el estrellarse en los peñascos que sostienen la prisión al ser
empujado por el bravo oleaje.
De ahí comienza tanto la expedición que Edmundo Dantés organizará con
algunos ayudantes para recuperar el tesoro anunciado por Faria, de la isla de
Montecristo. Dantés toma el nombre de la isla para crearse un título nobiliario
ficticio que junto con la gran erudición que adquirió bajo la tutela del abate
y su repentina fortuna, le ganan la admiración de la sociedad francesa de su
tiempo.
Escudo de Armas (Alexander Liptak) |
Edmundo Dantés ahora Conde de Montecristo aprovecha estas circunstancias
para moverse de manera misteriosa y seductora a la vez, con el fin de saber que
fue de sus seres queridos a los que dejó de ver súbitamente cuando fue apresado,
quienes lo traicionaron y quizás de manera más persistente sobre toda la obra,
como fraguar una venganza contra quienes cortaron de tajo sus aspiraciones como
marino, lo alejaron de su familia y de su novia Mercedes y lo refundieron en
una oscura y mísera prisión sin tener culpa alguna.
Hasta aquí el
resumen.
El Conde de Montecristo es un clásico pero ¿cuál es la razón de que lo sea?
Un clásico es algo que puede ser tomado como modelo. Y este libro puede ser un
modelo en mas de un sentido.
Dumas describe de manera muy detallada como si nos pintara un cuadro o
mejor aún nos exhibiera un video, la situación social, política, jurídica,
humana de una época convulsa en la cual Francia y Europa entera después de la
revolución de 1789 no acertaba a decidir aún que tipo de gobierno sería el
mejor para ellas. Pero además reflejaba los sistemas de las instituciones y de
la sociedad en la dolorosa transición del despotismo ilustrado al siglo de las
luces.
Sus aventuras son variadas y extraordinarias y llevan al lector a los
extremos de repeler situaciones que detestaría vivir como el hecho se ser
prisionero sin juicio en un castillo situado en una isla viviendo años recluido
en condiciones infrahumanas; hasta el extremo opuesto de anhelar la posición de
poseer sabiduría, riqueza, elegancia y la admiración de la sociedad mas
refinada de la época.
El rasgo quizás mas característico o al menos el mas conocido y difundido
es el de la venganza, por el cual ha ganado muchos detractores en cierta forma
hipócritas porque lejos de moralismos, todos en nuestro interior hemos ideado alguna
vez alguna de las estratagemas del Conde para hacer pagar a aquellos que
consideramos nos han ofendido de alguna manera. Que no lo llevemos a cabo por
convicciones personales morales, éticas o religiosas es distinto.
Por supuesto el hecho de encontrarse repentinamente dueño de una fortuna
incalculable nunca antes vislumbrada es un poderoso recurso literario del cual
han hecho uso autores antes y despúes de Dumas pues apela a uno de las
motivaciones más básicas y primarias de los seres humanos, quizás entre otras
cosas como la venganza ¿Cuántas personas no se han imaginado de pronto
recibiendo la noticia de que encontraron un tesoro en el jardín, se ganaron la
lotería o recibieron una herencia? El pasaje es una recreación imaginaria que
se nos presenta como un espejo de nuestra propia conciencia.
El Conde de Montecristo es materia de estudio no solamente como novela
clásica de aventuras sino como una obra de arte que es necesario disecar,
analizar, descomponer, reconstruir. La trama es compleja y con ella se pueden
trazar maquetas adaptables a otros libros o a guiones cinematográficos.
El número de personajes es muy rico y sus relaciones alambicadas
requiriendo para su comprensión de un mapa cuya planificación se antoja
premeditada y concienzuda. En cualquier caso lo que se intuye es la
planificación de un trabajo de relojería para organizar la información y luego
platicarla de manera ligera en una obra que mas de una vez fue calificada como “folletinesca”.
Pero más allá de cualquier interpretación, calificación y análisis El Conde
de Montecristo es un libro que despierta muchas emociones. Es difícil
permanecer impávido mientras se recorren sus hojas y no obstante en esa virtud
está su trampa, la de sumergirse en la aventura y perder detalle de un hecho
que se subestima y sin embargo recorre la obra, le sirve de columna vertebral y
al final lo redime de cualquier crítica superficial.
Un hombre – cualquier hombre o mujer – se ve expuesto a una situación
desventajosa extrema y lejos de sucumbir se adapta a sus circunstancias aun
habiéndolo perdido todo. Permanece atento y esperanzado y tal vez ese estado
mental o las plegarias al cielo lo ponen ante una oportunidad de crecer. Se
aferra a ese único recurso para no perder la cordura pero quizás también porque
reconforta su ser interior. Probablemente algo le dice que debe mantener el carácter
incólume para sostener su fe en lo impensable ¡Y lo impensable ocurre
finalmente! Proveyéndole de recursos y recompensas que no se habría imaginado
en sus sueños más descabellados.
Si le quitamos al Conde de Montecristo la parte de la venganza que a muchos
desagrada es un himno a la reconstrucción del hombre, una especie de Ave Fénix
que después de arder renace de sus cenizas siempre que mantenga el fuego
encendido en ellas.
En este libro hay sorpresa, dolor, injusticia, traición, aventura,
incertidumbre esperanza, recompensa, venganza, gozo, castigo, arrepentimiento.
Pero al final lo que nos lleva a cerrar el libro con nostalgia y a envolver la
exaltación del corazón con la reflexión de la mente es su ultima frase:
¡Toda la sabiduría humana se resume en dos palabras: confiar y esperar!
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